Gramsci: pensar entre rejas.
El resultado de su obsesión por escribir algo para la eternidad serán sus 33 cuadernos de la cárcel en los cuales, a partir de abordar diversos temas habrá de “trazar una suerte de sociología de la cultura italiana” .
Si algo se desprende de la entrevista a Mabel Thwaites Rey es la invitación a (re)leer, a (re)pensar la realidad en clave gramsciana a partir de retomar algunos de sus postulados.
Detenido en Noviembre de 1926 —a los 35 años— y condenado a veinte años de prisión con el objeto de evitar, de “impedir que ese cerebro funcione” —según la tristemente famosa exhortación de un fiscal fascista— Antonio Gramsci “nunca” dejó de escribir a pesar de las precarias condiciones de trabajo y de su estado de salud.
Bajo las duras condiciones carcelarias impuestas por el fascismo, Gramsci, obsesionado por escribir algo für ewig, para la eternidad, dejará constancia de su producción intelectual.
El resultado de esa obsesión serán sus 33 cuadernos de la cárcel en los cuales, a partir de abordar diversos temas habrá de “trazar una suerte de sociología de la cultura italiana” .
¿Desde dónde pensarlo hoy a Gramsci? ¿Para qué “interpelarlo”?
Uno de los motivos para recorrer sus escritos, una de las respuestas posibles, es que, más allá de continuidades y rupturas en cuanto a sus ideas, de cierta asistematicidad en su producción, de lecturas fragmentadas, dos ejes emergen como nodales en sus trabajos: a) su preocupación por indagar cómo, a través de qué mecanismos las clases dominantes y dirigentes construyen cotidianamente su poder, y b) cómo los sectores subalternos deben luchar por construir una voluntad colectiva que implique la capacidad de enfrentar y transformar la hegemonía social y cultural dominante.
a) Si asumimos que “los contenidos del sentido común abarcan una concepción del mundo, aunque no elaborada de modo consciente y crítico” , y que, en tanto existe un conformismo, un sentido de ‘normalidad’ de lo que siempre fue, el ’sentido común es la expresión de ese conformismo acrítico, debemos tener presente que la disputa en el plano ideológico, la denominada batalla “intelectual y moral” sigue siendo una instancia imprescindible de lucha.
El sistema capitalista genera consenso, seduce, domina, a partir de la conquista del “sentido común” de la mayoría: “así construye —activa o pasivamente— una voluntad colectiva que ofrece enormes resistencias para cualquier proyecto alternativo”.
Por un lado es necesario volver consciente la explotación, comprenderla, analizarla, desmontar sus mecanismos, ponerla en evidencia. Pero, como claramente señala Rauber “se requiere del interés subjetivo, activo-consciente. (…) Esto supone que cada uno de los sujetos reconozca, internalice esa, su situación objetiva y que además quiera cambiarla a su favor”.
[1] El día 8 de Noviembre de 1926 Mussolini hizo arrestar a Gramsci. El fiscal Michele Isgro afirma: “debemos impedir que este cerebro funcione durante los próximos veinte años”. Se lo sentencia a 20 años, 4 meses y 5 días de reclusión. Tras 11 años de cautiverio —permaneció detenido hasta el 21 de Abril de 1937— es liberado por el agravamiento de su estado de salud. Muere pocos días después.
[1] Hanono, Viviana: Dossier Gramsciano. Una popuesta de lectura y reflexión. Cátedra García Raggio. Oficina de Publicaciones del C.B.C. Universidad de Buenos Aires. 1996.
[1] Portantiero, Juan Carlos: La actualidad de Gramsci; en Revista Debates en la sociedad y la cultura Nº 1. CEDES (Centro de Estudio de Estado y Sociedad). 1984.
[2] Citado por Campione, Daniel: Antonio Gramsci: Breves apuntes sobre su vida y pensamiento.
[3] Portantiero, Juan Carlos: op.cit.
[4] Thwaites Rey, Mabel: La autonomía como búsqueda, el Estado como contradicción. Prometeo Libros. Bs.As. 2004.
[5] Rauber, Isabel en Thwaites Rey, Mabel: op.cit.
[6] Coutinho, Carlos Nelson: Introducción a Gramsci, Serie Era, México, 1986.
[7] Thwaites Rey, Mabel: op.cit.