EL TRABAJO SOCIAL EN CHILE…UNA HISTORIA INCONCLUSA POR LA REPRESIÓN Y EL TRAVESTISMO PROFESIONALIZANTE Y TECNOCRATICO.
Alejandro Diaz.
PRESENTACIÓN.
El Trabajo Social en Chile, a impulsos de los cambios épocales, experimentará desde el año 1965, una profunda revisión de sus metodologías y de sus visiones de mundo. Este proceso comienza a ser notorio en las principales Escuelas de Servicio Social en Santiago, Valparaíso y Concepción. Surgen en ellas colectivos de profesionales que se proponen cambios de los modos de concebir una profesión que estaba siendo crecientemente demandada por las solicitudes de pensamiento contestario crítico y de cambio social por parte de actores y de nuevos movimientos sociales, que comenzaban a ejercitar un creciente papel reivindicativo frente a la sociedad nacional. En particular los campesinos, los obreros, los pobladores y por cierto, los propios estudiantes universitarios (Hernández y Ruz: 91, 2005)
En este sentido, las propias actitudes reivindicativas de los estudiantes universitarios por dotarse y conquistar una nueva universidad, provocan consecutivas tomas y movilizaciones en demanda de la reforma universitaria. Este proceso lleva aparejado que los propios estudiantes de Servicio Social, comiencen crecientemente a manifestar críticas acerbas frente a un modo de concebir y de actuar la profesión del Servicio Social según cánones asistencialistas que no habían variado fundamentalmente desde la creación de las primeras Escuelas de Servicio Social en Chile en los años veinte y treinta del siglo XX, tanto en la Universidad de Chile como en la Universidad Católica. Comienza entonces, a formarse este proceso de crítica, primero como una necesidad de reacomodo, de las mallas curriculares de las Escuelas de Servicio Social para dar cuenta de aquellos cambios que se estaban produciendo en la realidad social y que demandaban por tanto, una adecuación pertinente de los procesos formativos universitarios. Sin embargo, este proceso que es influido por las políticas modernizadoras del desarrollismo y en particular por la Alianza para el Progreso, para importar mayores procesos de modernización a una Latinoamérica concebida como premoderna y tradicional, muy luego se transforma en un proceso de discusión profesional con dinámica propias, que comienzan a impactar y a radicalizar las propias reflexiones teóricas. Como también contribuyen a modificar sustantivamente las metodologías de actuación profesional en la práctica. [1]
En definitiva, el contexto social y político de profundos cambios revolucionarios en América Latina construía estructuras de sentido[2](Williams, 1994), que ayudaban a una modificación también radical de las formas de percibir y actuar en la realidad. Sucesivos congresos de servicio social, avanzan rápidamente a nuevos modos y procesos de técnicas de intervención en la realidad social, para enseguida construir crecientemente manifiestos, pautas de discusión, análisis y propuestas de reflexión, que estaban colocando nuevos modos para entender la realidad social sobre la cual la profesión del Trabajo Social pretendía actuar.
Este es un proceso histórico, sobre cual el Trabajo Social en Chile no ha desarrollado un pensamiento sistemático y crítico que le permita calibrar, deconstruir y analizar una historia del proceso de reconceptualización, como parte significativa de la Historia del Trabajo Social en Chile.
Una destacada académica del trabajo social argentino en un reciente artículo sobre la reconceptualización señalaba : «…en tanto experiencia histórica, la reconceptualización no es portadora de errores sino de prácticas y representaciones que pesan a un sector social determinado, en un momento particular de su conformación social y política… en segundo lugar, el problema básico de la reconceptualización radica en su consideración de las relaciones profesión-sociedad, con escasa problematización de los procesos a través de los cuales una profesión se concatena con la sociedad, y de cuáles son las posibilidades y límites de tal concatenación, en el marco de determinadas relaciones de fuerza y con una particular tensión entre necesidad y posibilidad… (Nora Aquin: 20, 2005). Señalaba más adelante que «en esta perspectiva no buscamos la verdad o la falsedad del discurso de la reconceptualización, si no una reflexión en torno a él, en tanto acontecimiento en el seno del trabajo social, vinculado a condiciones de posibilidad que a la vez que permiten su emergencia, le fijan su límites y señalan camino para avanzar críticamente en la labor teórica y empírica de fortalecer nuestra profesión… (Aquin, 20 2005). Nos asiste una motivación similar al emprender esta investigación. No pretendemos ni realizar panegíricos ni destrozar con argumentos del presente los errores del pasado. Nos proponemos indagar un periodo de formación histórica del Trabajo Social en Chile, con el convencimiento que allí se encuentran pistas para entender nuestro presente disciplinario.
Un buen resumen acerca de que significó la reconceptualización, lo plantea esta misma autora cuando señala que pese a los límites y a los problemas que tuvo el proceso de reconceptualización, este favoreció prácticas y representaciones que fueron fructíferas:» la incorporación definitiva de la consideración sistemática del contexto en la intervención del Trabajo Social… la necesidad de construir sus visiones históricamente situadas de los fenómenos y de los sujetos, reconociendo a éstos últimos como resultantes de relaciones sociales, de modo que no se puede pretender comprender al individuo al margen de las relaciones sociales, como tampoco considerar las relaciones sociales con independencia de los individuos que las encarnan… el reconocimiento y la indagación de la dimensión política de la profesión… la superación del sentido común como fundamento de la intervención del afianzamiento de la necesidad de intervención desarrolladas con la mediación de la teoría… el impulso al desarrollo de la producción teórica… la necesidad de profundizar el estudio de los vínculos entre la profesión y la sociedad… el develamiento de la naturalización de las necesidades y problemas sociales… la creación de la posibilidad de pensar las imposibilidades hasta entonces no pensadas y aceptadas, y de situar tales imposibilidades ya no de manera esencialista, si no situadas histórica y socialmente… el replanteo de la siempre conflictiva relación entre teoría, método y empiria…» (Nora Aquin: 31, 2005).
Y también por cierto, es muy pertinente una reflexión de Nora Aquin al final del artículo que hemos citado y que se refiere a que cada idea con la que se encontraba en la biblioteca sobre la reconceptualización era objeto de crítica pero también de regocijo. Ella dice que no podía dejar de recordar, de reconstruir los rostros de sus compañeros de aula, algunos de ellos muertos por la dictadura argentina, de resituar las masivas asambleas en las que se organizaba la unidad obrero estudiantil y ella señala que en sus notas de estudiantes se encontraba con frases como la siguiente «al fin no pusimos a discutir de cuestiones esenciales, de la sociedad, de la felicidad, del conocimiento, del arte, de la política…» Creemos que está reflexión es pertinente resituarla en el contexto de esta investigación, por cuanto lo que estamos tratando de recuperar es un trozo de memoria y de historia del Trabajo Social en Chile que es imprescindible para las tareas de una consolidación profesional responsable con las tareas del desarrollo de un país libre y democrático.
Quizá la característica más importantes de nuestro problema de investigación, es que la reconceptualización se transformó por un período breve de tiempo, desde 1969 a 1973 en un movimiento que involucró a profesores y estudiantes universitarios participantes de las Universidades del Chile, Universidad Católica, Universidad Católica Valparaíso y Universidad de Concepción. Es precisamente en esta última, cuando aparece en el IV Seminario Regional latinoamericano de Servicio Social que se desarrolla en esta universidad, las menciones a la necesidad de incorporar una discusión crítica respecto de la ideología, la alienación, la lucha de clases[3]. Y como respecto de estos temas el Trabajo Social asumía, no sólo una comprensión respecto de su papel en las relaciones sociales, sino que también de su incorporación a los modos de interpretación, significación e intervención en las realidades sociales de América Latina. Todas ellas, atravesadas por los procesos de descolonización y dependencia de los centros metropolitanos y que adquiere precisamente en la teoría de la dependencia su punto culminante de análisis. América Latina está siendo removida en sus estructuras sociales y políticas y el Servicio Social comienza a mutar al Trabajo Social, en un cambio de nombre que también era un cambio y asunción de otra identidad. Una identidad ligada al cambio social como eje fundante de su accionar[4]
Ya nada será lo mismo después de la revolución Cubana. Estados Unidos propició su política desarrollista, en donde la revolución también puede ser conquistada en libertad, según las clásicas consignas de la segunda mitad de los años sesenta. También están en curso otras revoluciones, como por ejemplo la “revolución verde” que producirá suficientes alimentos que harán imposible las “revoluciones rojas” que se extienden como el gran peligro para occidente a partir de Cuba. Desde todos los organismos internacionales hasta los centros académicos del mundo desarrollado, se producen innumerables programas orientados al desarrollo de políticas públicas para afrontar los niveles crecientes de pobreza en América Latina. Cuando se desarrolla este Seminario de Servicio Social en la Universidad de Concepción, en el año 1969, Chile está ad portas de la elección presidencial más significativa de su historia. Al año siguiente, asume el gobierno Salvador Allende, en lo que será la primera asunción de poder de un presidente socialista por la vía electoral en occidente.
Son varios entonces los procesos de carácter social, político, cultural y económico que están emergiendo en una determinada conjunción histórica y que marca el ambiente de contexto, en donde se configuran las representaciones, las subjetividades y las estructuras del sentido, que es posible leer en los sedimentos e indicios culturales e históricos de éste periodo.
Si el ambiente social está atravesado por una coyuntura social y política de cambio social, el proceso formativo académico advertirá rápidamente, que sus programas, contenidos, formas pedagógicas y planes de estudio están dramáticamente obsoletos. Y que esa obsolescencia es producto de la brecha insuperable que se ha abierto entre el mundo social que agita políticas y reivindica necesidades y demandas y un mundo académico, constreñido en sus aulas a una programación educativa, que resulta ingenua, tradicional y fundamentalmente funcionalista y positivista, en directa dependencia a los programas académicos con los cuales estas escuelas de formación de trabajadores sociales habían estado dependientes. Es decir europeas y después norteamericanas. Por ello, el conflicto y las tensiones, se suceden rápidamente al interior de los ámbitos académicos y las visiones e interpretaciones confrontacionales se articulan también rápidamente en procesos de luchas ideológicas respecto de las distintas visiones epistémicas y metodológicas.
Surge así, un parte aguas entre un servicio social que es visto como tradicional y un trabajo social alternativo, que es visto como subversivo y revolucionario. Este último, se despliega durante los años 70 al 73 al interior de las dos más grandes política sociales, que desarrolle el gobierno de Allende, que son el proceso, intensivo, y radical de reforma agraria y el proceso de participación social en las políticas nacionales del servicio nacional de salud. Estos dos procesos se convierten en lugares de inserción del nuevo Trabajo Social y están hasta el día de hoy sin ser sistematizados ni analizados. Estos puestos de despliegue profesional, vistos en la perspectiva histórica, se visualizan como las contribuciones más relevantes en el plano nacional del Trabajo Social, pues contribuyeron de manera decisiva a superar en la práctica, lo que quizás sea la crítica más acerba que se le ha hecho al la reconceptualización y que es él no tránsito desde la discursividad teórica a su desarrollo en prácticas sociales junto a actores sociales concretos, (Hernández y Ruz, 2005).Pareciera que el caso nacional de Chile la reconceptualización si puede exhibir contribuciones de diseño y gestión de políticas sociales
El golpe militar de 1973 interrumpe la movilización social y política ascendente. La correlación de fuerzas sociales y política de Allende entra en sucesivas contradicciones y no es capaz de resistir la contraofensiva que han desarrollado los grupos nacionales económicos afectado por las reformas sociales económicas y políticas, además del papel jugado por la intervención norteamericana, que reacciona a la pérdida de influencia en el país por medio del apadrinamiento de los grupos nacionalistas oligárquicos que propician el golpe militar. Este es aparentemente, el punto final para el proceso de reconceptualización del Trabajo Social en Chile. Decimos aparentemente, por cuanto todo lo que era relevante de discutir antes de septiembre de 1973, se constituyen después en unas prácticas subversivas y propensas a la represión inmediata. Sin embargo, la revisión bibliográfica de aquel período, con los años transcurridos y con las discusiones teóricas contemporáneas en la disciplina profesional, permiten afirmar que la dirección contenidos y aplicaciones, muchas de ellas simples o provisorias, provenientes del tiempo la reconceptualización, continúan hoy día siendo tópicos a los cuales la discusión profesional siempre vuelve de una u otra manera.
Nuestra hipótesis, es que esta modernización tardía del Estado capitalista latinoamericano, en especial, en el cono sur de Latinoamérica, colisionó frontalmente con las fuerzas críticas disgregadoras del propio sistema y que ello provocaría la emergencia de una fuerza cultural antisistemica que crearía nuevos procesos profesionales de intelección de la realidad y nueva profesionalidad para asumir la realidad transformada. En este ultimo caso sostenemos que una nueva profesionalidad rompe la crisálida de su estructura anterior y se transforma en el Trabajo Social que se desarrolla en un proceso paralelo y a veces convergente con la asistencialidad y la visitación social.[6]
Este tipo de Estado, produce en un corto periodo de tiempo, un pliegue histórico de modernizaciones: una de ellas, la tecnocrática desarrollista, emerge como fuerzas culturales e intelectual que se corporizan en una pleyade de profesionales que provienen de las clases medias para asumir los puestos de comando en el Estado. Estas, también están soportadas en fuerzas ideológicas y políticas, que se alinean en la reforma tecnocrática y por otro lado una reacción interna y externa de estas mismas fuerzas, que impactadas por el fracaso de esas mismas reformas, entran en contradicción con su razón tecnocrática y adoptan los cuestionamientos respecto de las limitaciones de las reformas en el interior del proceso capitalista. En ese pliegue, la profesionalidad de muchas de las disciplinas y profesiones de las ciencias sociales, se ve profundamente alterada. En el caso particular del Trabajo Social, se desarrolla una ruptura radical a modo de contra tesis respecto de la profesionalidad de la asistencialidad social.
De hecho, los clásicos documentos de Araxa y Teresópolis, que inician el proceso de profunda discusión interna del Servicio Social, abunda en la necesidad de “aggiornar” la profesión para hacerla funcional a los nuevos requerimientos de la institucionalidad estatal y fundamentalmente de incorporar nuevas metodologías de planificación y organización de los servicios sociales.[7]
Sin embargo en un periodo de 4 a 5 años, éstos procesos reflexivos, evolucionan en radicalidad y muy luego, la modernización de los Servicios Sociales, tal como eran patrocinados por los organismos técnicos de Naciones Unidas y las influencias norteamericanas, no son vistas como suficientes por los grupos de discusión de Argentina, Uruguay y Chile y son impugnados, no solo como insuficientes, sino que también como plenamente coincidentes con la funcionalidad del sistema, desarrollando una contra tendencia que finalmente sedimentará en el movimiento de Reconceptualización como sustento de la emergencia de una nueva profesionalidad, que se coloca abiertamente a disposición de los movimientos sociales, contestarios el sistema capitalista.[8]
¿Por qué emerge una nueva profesionalidad, desde el interior de la antigua? A nuestro juicio, porque las modalidades de operación de la antigua se revelan inconsistentes con los nuevos procesos modernizadores para tratar la asistencialidad y la gobernabilidad requerida por ese mismo Estado capitalista en proceso de plena maduración en el cono sur de Latinoamérica. Para un sector de la profesionalidad del Servicio Social, fundamentalmente estudiantil, ya plenamente involucrados en otros procesos modernizadores (reforma Universitaria, Reformas Agrarias, Revolución Cubana) tales propuestas de tecnificación aparecieron claramente insuficientemente, máxime si estas ya venían con un aroma de fracaso en los países centrales.
De ésta manera, el colapso de los procesos identitarios y legitimadores de la profesión del Servicio Social y de la Visitación Social , se ven violentamente trastocados por “subversiones internas” que finalmente irrumpen , quebrando los modos ideológicos y teóricos de sustentación de ese mismo Servicio Social. La variable central causal está asociada a los procesos de reconversión del Estado capitalista. Ello y no otra cosa explicará la violenta transfiguración de esta profesionalidad. [9]
A mayor abundamiento, diremos que la conjunción de éstos dos procesos: la reforma modernizadora del desarrollismo de la Alianza para el Progreso y la calificación de una masa critica intelectual contestaria, provoca la aceleración de los procesos de tesis y antitesis, que finalmente desembocarán en dos procesos igualmente contrapuestos: por un lado la consolidación de una pequeña revolución Cubana, la represión de la experiencia de la Unidad popular de Salvador Allende y finalmente el establecimiento neo conservador de una nueva época liberal que tendrá como sustento el Consenso de Washington.
Este proceso, sedimentado y categorizado por las Dictaduras militares, no interrumpirá el desarrollo de la reconceptualización del Trabajo Social, como algunos sectores de la profesionalidad del Servicio Social, rápidamente quisieron establecer. Al contrario, bajo condiciones de represión de un nuevo tipo de Estado, se advertirán, tanto en Brasil, Argentina y Chile, el desarrollo de otros procesos de profesionalización: uno primero, que siendo altamente reconceptualizado, es obligado a una clandestinidad o semi clandestinidad y que se expresa por nuevos medios de intervención profesional en las emergentes actividades de protección de la vida de detenidos y torturados de los opositores a estas dictaduras y por otro lado, el desarrollo de las tradicionales matrices de profesionalidad expresadas por el desarrollismo tecnocrático y la vieja asistencialidad de la “visitación social”.. En el medio, existirán zonas grises de clandestinidad profesional instaladas en las estructuras del Estado capturado por el militarismo.[10]
En definitiva, a nuestro juicio, los distintos procesos de enfrentamiento del nuevo tipo de Estado desarrollista, su radical negación por el proyecto popular de Allende y los procesos insurrecciónales argentinos de la misma década, en medio de una aguda confrontación política y de clases, serán el escenario en donde se desarrollarán tres profesionalidades distintas: una reaccionaria por desuso, que recobrará la visitación social como paradigma de intervención social, que recibirá fuerte apoyo a fines de la década de los noventa por las políticas de neo filantropización del Banco Mundial, una segunda, tecnocrática modernizante, de sustentación pro Norteamericana y de carácter confesional, que actuará sosteniendo una vieja postura de prescindencia política del Servicio Social.
Este será uno de los escenarios en curso. Una disputa en el interior de un campo cultural amplio, heterogéneo de un servicio profesionalizante, creado por el sistema capitalista en los fines del siglo XIX, estará casi cien años después en trance de expresar una bipolaridad , por la creciente reflexión de las clases en pugna y en donde la disputa principal, pasa por la hegemonía de una intervención social sobre el cuerpo y la sangre de los grupos subalternos, que importan al sistema en tanto masa salarial , en disposición de efectivizar su fuerza de trabajo.
Con el golpe militar en Chile el año 1973, el Trabajo Social enfrenta desde un ámbito particular profesional la crisis general del país, que es una crisis política institucional social. Todo el proceso que hemos señalado, se caracteriza `por una creciente enfrentamiento de posturas y propuestas, que atraviesan también el ámbito político y que desde la reconceptualización, quedaron resueltas de manera violenta con el golpe militar. La dictadura implementa su política de represión del enemigo interno y dedica particular esfuerzo a neutralizar los focos de rebelión e insurrección en las universidades. En particular, de aquellas escuelas de las ciencias sociales, que habían desarrollado una especial actividad de involucramiento en el desarrollo social del país, dentro de las propuestas del gobierno de Salvador Allende. Destacan las Escuelas de Trabajo Social. Hacia ellas entonces se dirigen las acciones represivas. Estas Escuelas habían desarrollado múltiples proyectos de vinculación con pobladores, campesinos y sindicatos obreros e intervenían bajo diferentes modalidades en los nuevos campos de participación en el proceso de transformación social, impulsados desde el gobierno de la Unidad Popular hacia los diferentes territorios y sectores del país.
La discusión más teórica y analítica, había quedado pospuesta o bien se asumía desde los grandes planteamientos generales que había efectuado la reconceptualización. La Escuelas de Trabajo Social, al igual que el conjunto de las universidades, se encontraba en proceso de profundas reformas y reestructuración. Y en ese contexto, los Trabajadores Sociales participaban de su vinculación con los sectores sociales y populares y se asumía el compromiso político muchas veces como parte indumentaria inherente a la profesión. Con el golpe militar ese proceso se ve abruptamente interrumpido, perseguido y reprimido. Todas las Escuelas de Trabajo Social del país son cerradas y se declara una atenta mirada evaluadora a los alumnos y profesores. La Universidades son intervenidas y lo más dispares e histórico personajes, con uniforme o sin uniforme, comienzan a ser impuestos como “Rectores Delegados”.
En ese contexto, en el año 1974, sólo una Escuela de Trabajo Social, recibe una nueva promoción. Se trata de la Escuela de Servicio Social de la Universidad de Concepción, que recibe la demanda nacional de alumnos. Esta alcanza a un número de 180 en el primer año. A partir del año 1975, las Escuelas, comienzan a establecer una relativa “normalidad” en sus procesos docentes. Se intervienen sus planes de estudio y se excluye cualquier referencia al marxismo o mención a materias que estuvieran cercanas a establecer una crítica social. Todas ellas son desalojadas de la malla curricular y el tono general que éstas adoptan, es una vuelta a un planteo tecnocrático desarrollista, que en muchos casos significa un renacimiento de las tradicionales posturas asistencialistas, que habían sido arrinconadas, combatidas y desechadas en el periodo de la reconceptualización.
Desde el año 1974 en adelante, sucesivas generaciones, entonces, estarán siendo formados con una malla curricular, orientada a la más profunda funcionalidad del trabajo social, con respecto al sistema y al modelo capitalista. Estableciendo esta relación, una aceptación sin cuestionamientos del modelo y solo desarrollando una discursiva preocupación por la operatividad de las metodologías y por la eficiencia y eficacia de los métodos, que deberán asegurar “objetividad, deberán ser técnicos y neutros”. En ese contexto, los Trabajadores Sociales deberán operar en una realidad social explicada desde el autoritarismo curricular de las Universidades y desde el miedo imperante en la sociedad. No habrá, en consecuencia, ningún cuestionamiento a la postura epistemológica ni menos a la relación dependiente con el positivismo metodológico de la sociología oficial y de la psicología social.
Hay que decir, que un proceso de similares características estará aconteciendo en el resto de las ciencias sociales. En particular desde la sociología, se apoya al trabajo social con una fundamentación teórica preñada del positivismo tecnocrático. Ese ambiente invade las escuelas de trabajo social, que en no pocos casos, mostraban una situación de dependencia de la disciplina respecto de las ciencias sociales como la sociología o la psicología. Tal dependencia se profundizaba en una actitud dependiente, a menudo obsecuente, que marchaba paralelo al proceso de desmantelamiento teórico que había acontecido en el trabajo social en 1973. En otras palabras, no había nadie en el trabajo social chileno que pudiera pensar, actuar y reflexionar desde la postura planteada en la reconceptualización. Durante mucho tiempo existió miedo físico a expresar posturas distintas y los que habían estado reflexionando la realidad del trabajo social en Chile hasta 1973 (Vicente de Paula Faleiros, Luís Araneda, Herman Krusse y otros) tienen que huir del país por distintos caminos clandestinos, asilarse e ingresar al largo camino el exilio.José Paulo Netto, señala :
«la reconceptualización permanece como un capítulo inconcluso: asfixiada por la marea de las dictaduras latinoamericanas, sin poder avanzar en su memoria también disminuida, constreñida en experiencia académica y sin biografías que la protagonizarán. Recuperar esta memoria-más exactamente la historia de la reconceptualización-es una tarea y del eludible: una tal recuperación, operada críticamente, permitirá a las nuevas generaciones de profesionales distinguir que, la reconceptualización, lejos de ser un accidente coyuntural se constituye en una etapa sólida y duradera para el desarrollo profesional… en esta tarea es tanto más significativa por cuanto en las dos etapas más relevantes del último ciclo dictatorial en el cono sur fue una tentativa semántica de apagar en la historia reciente todo aquello que tuvieran marcas de democratización y de proyectos sociales avanzados… “(Netto, 2005).
Coincidimos plenamente con Netto en esta aseveración. Consideramos que el proceso histórico de la reconceptualización aun esta pendiente de ser sistematizado, analizado y propuesto como un hito fundante del Trabajo Social en Chile. l.
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[1] Se sustituye, por ejemplo el método de caso, grupo y comunidad por una concepción sistémica integrada de Método Único o método integrado en donde se actúa integralmente en los procesos de intervención social, articulando procesos educativos que estarán siendo soportados en el caso nacional por las propuestas de concientización de Paulo Freire o por los métodos germinales de educación popular apoyados en las propuestas de Zabala o en la Investigación Acción de Orlando Flas Borda.
[2] Nos apoyaremos en esta Investigación en los Estudios Culturales como una perspectiva teórica que puede apoyar los estudios de sociología histórica y de la propia historia. En especial a Raymond:Williams que realiza los principales aportes para sustentar la tesis de la materialidad de la cultura y de las subjetividades.Vease por ejemplo Sociología de la Cultura , Editorial Paidos, Barcelona Buenos Aires México, 1994.
[3] Ver Natalio Kisnerman, El Trabajo Social en America Latina. La reconceptualización”.En: Pensar el Trabajo Social. Buenos Aires, Lumen Humanitas y A cuarenta años de la reconceptualización en Trabajo Social Latinoamericano, Nolberto Alayon Editor, Espacio Editorial, 2005, Pag 37.
[4] Al respecto Luis Araneda, Trabajador Social Director de la Escuela de Trabajo Social en Cuenca, Ecuador ha señalado antecedentes respecto de este encuentro, que resulta ser una fuente de datos para el análisis de los comienzos de este proceso en Chile. De la misma forma los artículos de Teresa Quiroz, Diego Palma, Jeanette Hernández, Omar Ruz y Lucia Sepúlveda señalan los antecedentes de articulación de los distintos grupos y colectivos que desarrollaron los planteamientos de la reconceptualizacion en el ámbito universitario Chileno y de como en algunas experiencias, éstas se condensaron en políticas sociales de nuevo tipo del gobierno de Salvador Allende.
[5] Seguimos en este apartado los elementos descritos en un capitulo del Informe Final de Investigación La Formación de Post Grados en Trabajo Social, inédito , Alejandro Díaz, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Central de Chile, 2008.
[6] Algunas otras profesiones, recién constituidas como la sociología, adoptarán formas de radicalidad epistemológica y cognitiva, que producirá quiebres violentos en sus estructuras institucionales. En el caso de la Asistencia Social , el quiebre será vivido d e manera traumática por la profunda división que provocan las posturas reconceptualizadoras
[7] Estos documentos son parte del canon histórico del Trabajo Social Latinoamericanos y dan cuenta de los encuentros fundacionales de las criticas que consolidan y dan inicio a la discusión que finalmente se denominara como Reconceptualización
[8] Señalamos que la división internacional del trabajo, como proceso descrito por Marx, sufre en América Latina modificaciones periféricas, que nuevamente son remodeladas en la década del sesenta del siglo XX. De allí a la fase de acumulación neoliberal solo mediaran algunos años y con ello nuevamente la necesidad de adaptación de toda la profesionalidad creada por el capitalismo periférico.
[9] No será extraño que el proceso lo lidere el Asistente Social Seno Cornelly, que propicia el Primer Congreso de Servicio Social, desde su puesto de Jefe de Planificación del Estado de Río de Janeiro, en un Brasil, que esta asumiendo las posibilidades del desarrollismo propiciado por Estados Unidos..
[10] Nos proponemos indagar especialmente esta institucionalidad alternativa que en Chile produjo espacios altamente productivos de creación teórica y de despliegue de nuevas forma d e entendimiento de las profesiones: instituciones como la Vicaria guardan un registro histórico del desarrollo de la acción teórico práctica de múltiples profesionales, premunidos de nuevas orientaciones alternativas. ONG como CIDE, PIEE, WUS, FLACSO, SEPADE; QUERCUM; etc forman parte de una Pléyades instituciones que resistieron creativamente las políticas represivas de la Dictadura. En todas ellas estuvo un nuevo Trabajo Social alternativo
Alejandro Diaz